La artesanía siempre se ha visto como un ingenio de la humanidad. Desde los inicios parecía que fuera una necesidad, pero poco a poco, con el tiempo, pasó a ser una expresión tanto cultural como también artística.
Si vemos las primeras huellas reales de la artesanía, diríamos que el inicio está realmente en la Prehistoria. Fue allí en donde empezó con la fabricación de distintas herramientas en piedra y de distintos tejidos y cerámica por parte de otros seres humanos. A medida que las civilizaciones van progresando, aparecen nuevas técnicas como trabajos con metal, madera y alfarería.
En la Edad Media, la artesanía tenía un papel fundamental en lo que es la economía en sí misma. Allí había gremios de carpinteros, tejedores y de herreros que poco a poco fueron creando altos estándares de calidad para proteger de alguna forma su oficio.
Con la llegada de la Revolución Industrial, muchas técnicas artesanales fueron reemplazadas por la producción en masa. Sin embargo, el valor de lo hecho a mano nunca desapareció, ya que la autenticidad y el detalle de la artesanía no pueden ser igualados por la producción mecánica.
Hoy en día, la artesanía vive un renacimiento gracias al movimiento de consumo responsable y la revalorización de productos hechos a mano. Las plataformas digitales han permitido que los artesanos lleguen a mercados globales, y cada vez más personas buscan piezas únicas con historia y alma.